"Lo importante no es cuantas veces caes, sino cuantas eres capaz de levantarte."
Recuerdo en mi época de MBA cuando nuestros profesores nos hablaban de cómo los grandes empresarios siempre se habían arruinado por lo menos una vez en la vida. Tener éxito nunca fue un asunto de conseguir llegar a la cima por casualidad, ni de manera inmediata y fácil.
Normalmente lleva aparejado un camino que no siempre discurre hacia arriba y requiere la capacidad de lidiar con la adversidad, tanto la que nos llega de los errores propios como de las circunstancias negativas del entorno en que nos encontramos.
Esta es una muy buena enseñanza aplicable tanto a los negocios como a la vida en general.
Igual que cuando uno inicia una empresa, cuando empezamos un proceso de psicoterapia, lo hacemos de muy diversas maneras: con ilusión, con miedo, convencidos, escépticos, por propia iniciativa, por la de los demás,…
Si hay algo común en todos nosotros es la expectativa de conseguir el éxito, lo que en este caso suele ser superar una dificultad de forma definitiva.
El asunto es que una vez que atisbamos la consecución de lo que nos proponíamos, podemos sentir una gran euforia.
Y uno piensa que con eso basta.
La televisión está llena de ese tipo de ejemplos en los que quien sale de una época difícil que lo deja sumido en la desesperación, o quien empieza a tocar la fama, piensa que nunca más va a volver a recaer.
Pero la euforia es una emoción sospechosa. Es como una borrachera. Es una emoción que nos eleva como lo hace una gran ola un día de verano en una playa del norte, con la diferencia de que ahí somos más conscientes de que esa sensación conlleva inevitablemente la de descenso.
La euforia nos aleja del suelo y de la realidad. La verdad es que al igual que tener éxito, salir de cualquier pauta de comportamiento que nos perjudica es un largo proceso.
Nuestra tendencia a actuar de determinada manera, que se va forjando durante toda una vida, y se manifiesta como de síntoma en unas circunstancias concretas, no se puede cambiar en un corto periodo de tiempo de manera definitiva.
Esos primeros logros nos ayudan a ver un camino que es posible, el del verdadero bienestar del cambio definitivo, pero ese camino esta lleno de dificultades que deberemos ir superando. Y esto nos habla de realidad, de tolerancia de la frustración con la lentitud del avance, de la constancia en el trabajo,… Y esas dificultades, esas caídas, esos retrocesos, ese perdernos y volver a encontrarnos, es lo que de verdad da valor a nuestro éxito. Es lo que constituye nuestro Camino del Héroe personal.
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