Hasta hace un tiempo la violencia en la familia se ejercía fundamentalmente sobre los miembros más vulnerables de la misma (mujeres, niños, ancianos,…) pero actualmente estamos asistiendo a un aumento considerable de la violencia que los hijos (niños y adolescentes) ejercen contra sus padres.
Por violencia entendemos toda conducta que lleva a dañar al otro de modo directo o indirecto. La violencia puede consistir tanto en:
Como la mayor parte de la violencia intrafamiliar, la violencia filio-parental se agrava a lo largo del tiempo, avanzando desde la agresión verbal (la descalificación y el insulto) hacia la agresión física directa a la persona, constituyendo la clásica escalada recogida ampliamente en la literatura psicológica.
Los hijos que utilizan la violencia buscan el dominio y control de sus padres. Quieren tener el poder en una relación en el que el mismo corresponde a los padres por derecho propio.
En función de sexos la violencia se ejerce con distintas peculiaridades, siendo más común la violencia verbal en las niñas y la violencia física en los niños.
La violencia destruye la seguridad del entorno familiar, que deja de ser el lugar donde nutrirse en lo afectivo para ser una fuente de continuos y dolorosos conflictos.
Los efectos son devastadores sobre el clima familiar y sobre la integridad psíquica y física del agredido, pero tampoco podemos obviar los efectos negativos que tiene en el agresor.
En los padres destaca fundamentalmente la sensación de miedo a que se produzcan episodios violentos, por lo que los padres hacen todo lo posible por evitarlos, cayendo en la manipulación de la amenaza que sus hijos generan. De igual modo pueden padecer estados de ansiedad, depresión, insomnio, cansancio, trastornos de alimentación,… A la vez la situación puede producir efectos negativos en el trabajo, como falta de concentración o rendimiento o continuas ausencias laborales destinadas a resolver los problemas familiares: como denuncias, visitas a profesionales de cara a conseguir asesoramiento frente a la violencia (psiquiatras, abogados, psicólogos,…), reuniones con el colegio para solucionar en ese entorno problemas de absentismo o conducta,… También sale perjudicada su vida social, recluyéndose por miedo a recibir el juicio de otros adultos por no saber manejar la situación o sus consejos que no son fáciles de aplicar ni en ocasiones sirven de solución efectiva al problema, sintiéndose rechazado por otros padres que evitan las relaciones con ese entorno que ven conflictivo, o simplemente por el exceso de atención que requiere la problemática familiar y que le impide tener tiempo libre para su ocio personal y relaciones enriquecedoras con amigos y familiares. Igualmente suelen aparecer conflictos en la pareja, con discrepancias en la forma de educación y resolución de los problemas que se están viviendo.
Para el menor agresor, los problemas de entrar en los comportamientos violentos tampoco son despreciables. Normalmente llevan a la exclusión de entornos y relaciones de sana interacción,… pasando a aquellas en las que predominan los juegos de poder y la valoración de las formas de relación violentas. Es posible igualmente que se produzcan ausencias escolares, escapadas del hogar, incumplimiento de normas y horarios, hurtos y robos, peleas y agresiones y diferentes trastornos psicológicos.
Algunos errores comunes que cometen los padres respecto a este tipo de violencia son:
Pensar que solo se da en familias desestructuradas de bajo nivel cultural y estatus socioeconómico.
Creer que el comportamiento violento se solucionará por el mero paso del tiempo.
Creer que se debe a una etapa evolutiva del niño.
Quitar importancia a los episodios violentos.
Pensar que en mejor “lavar los trapos sucios en casa” y no acudir a la ayuda profesional.
Creer que se tiene la culpa por ser un mal padre.
Pensar que el hijo está enfermo o loco.
Si nos encontramos en esta situación lo primero y básico es no negar ni minimizar el problema y buscar ayuda profesional, fundamentalmente psicólogos y psicoterapeutas especializados en la violencia filio-parental y el tratamiento de problemas de conducta con niños y adolescentes violentos.
Cuando se ha tratado de resolver la situación de múltiples formas pero no se obtienen resultados, la visión objetiva de estos profesionales, capaz de observar con claridad las formas de relación es de gran importancia.
El psicologo ayudará a aprender formas de comunicación no violenta, en la que tengan su espacio las emociones de rabia, enfado, tristeza, dolor,… y se puedan expresar sin dañar al otro.
Igualmente educar de modo de que las actos tengan consecuencias. Estás deben ser proporcionales, relacionadas con lo dañado o norma trasgredida, cercanas en el tiempo a su realización y servir para reparar el daño realizado.
También es importante saber poner límites. Estos están para proteger al menor o para protegernos nosotros y ayudan al adolescente a poder poner esos límites en su propia vida como modo de cuidarse.
No es conveniente entrar en luchas de poder, ni en la manipulación de las amenazas del menor. Tampoco manipular nosotros. Conocer cual es el lugar de cada uno, y fundamentalmente, cual es el nuestro como padres ayuda a encontrar el lugar de poder y autoridad interior que nos ayudará a no caer en esa trampa.
Cuando no parece posible encontrar soluciones dentro de la familia, puede ser conveniente acudir a internados especializados en la resolución de estos tipos de comportamientos violentos. Seguro que no es la mejor elección en un primer momento mientras existan otras soluciones alternativas, pero seguro que puede ser muy importante de cara a evitar la escalada violenta y una forma de autocuidado. Nunca debe ser visto o utilizado como una amenaza, ya que como el resto de las opciones debe ser puesta de cara a solucionar el problema y no como una amenaza velada de abandono, lo cual solo serviría para incrementar el daño familiar.
En los casos más inabordables se requerirá la actuación de los servicios sociales o los juzgados. En menores de 14 años, los servicios sociales serán los encargados de decidir como manejar este problema para resolver la situación al no ser los menores de esta edad responsables penalmente. La atención pasará desde programas de intervención guiados por educadores, psicólogos y psiquiatras, hasta considerarles en desamparo y atenderles con los recursos correspondiente a menores en esta situación..
En el caso de mayores de 14 años, el comportamiento infractor ya está regulado por la Ley del menor. Para ello los padres tendrán que tomar la difícil pero necesaria decisión de denunciar a sus hijos por ese maltrato y serán los jueces los que determinen las medidas que lleven a solucionar de la mejor manera el conflicto. Estás pueden consistir en privación de libertad, medidas cautelares, orden de alejamiento de los progenitores, asistencia a centros de día, privación de libertad el fin de semana, obligación de asistencia al centro escolar o a programas educativos o de intervención que se consideren oportunos.
Por último comentar que no es un problema de sencilla solución pero que existey que es importante buscarla sin caer en la desesperación, así como encontrar los apoyos adecuados que mejorarán la salud de la dinámica familiar.
Perfil de los hijos adolescentes que agreden a sus padres. Investigación realizada en la C.A.V.
http://www.avpap.org/documentos/
alava2007/violenciafilioparental.pdf
La nueva violencia intrafamiliar: la violencia de los menores hacia sus
progenitores. Dra. Karolin Eva Kappler
http://www.fes-web.org/uploads/files/modules/congress/10/grupos-trabajo/ponencias/282.pdf
Análisis y puesta en práctica en un centro de menores de un programa de intervención con familias y menores que maltratan a sus padres
http://www.surgam.org/articulos/507/02.%20Analisis%20y%20puesta%20en%20practica%20en%20un%20Centro%20de%20Menores%20de%20un%20programa%20de%20intervencion%20con%20familias%20y%20menores%20que%20maltratan%20a%20sus%20padres.pdf
El maltrato de menores a sus ascendientes: entre la denuncia y la intervención
http://www.dip-alicante.es/agis/documents/sexto/elenasp.pdf
Violencia Invertida. Cuando los hijos pegan a sus padres
http://www.gedisa.com/descargas/Violencia_invertida_e-book_completo.pdf